miércoles, 18 de junio de 2014

Cuenta una pesadilla

  
Salí corriendo de la tienda.
No miré atrás.
Corría tras de mí.
Estaba muy cansada, el sudor me corría por la frente.
Ya no podía más.
oía sus pasos, eran fuertes, firmes y decididos.
Nunca había tenido tanto miedo.
-Estoy perdida- pensé.
En ese momento, el silencio se rompió, y una dulce voz sonó por toda la calle:
-Aquí tienes el cambio- me dijo. Me giré, vi su rostro; las horribles marcas que hasta hace unos minutos tenía en la cara habían desaparecido, y una dulce ancianita me miraba extrañada. -No sé por qué has empezado a correr, la próxima vez no me hagas correr tanto, que una es muy vieja para estas cosas niña- y con una amplia sonrisa se marchó, dejándome boquiabierta.

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